Mukoki escuchaba a su compañero que, al teléfono, le informaba de los últimos acontecimientos...
-...Como le de iba diciendo tres de nuestros Compañeros, tras oir su última charla, en la que explicaba como podíamos ayudar a España en estos momentos dificiles: Negativa a recibir tratamientos costosos que al final no iban a curarnos que haría más pobre a la Sanidad sin resultados prácticos. Mi Comandante, no voy a descubrir su fuerte predicamento en el Batallón ni debe extrañarle que al día de hoy tres compañeros están ya metidos en las cámaras frigoríficas y ahí sí tenemos un problema. Me indican que debemos desocuparlas y que los familiares se hagan cargo de entierro y pago del mismo.
Pues no.
-En algunos casos, nuestros compañeros, tienen parientes cercanos, otros menos cercanos y otros poliíicos solamente y todos dicen lo mismo: Que pague El Estado. Este se agarra a que han sido suicidios y que intervenga un juez, para proceder al enterramiento y comienza el capítulo de quejas, sobre lo caro que está todo, tipo de ataúd, coronas, etc...
Están de acuerdo en que el vejete podía haberse estado quieto en su celda hospitalaria unos añitos más.
Tenía de todo: Cama, gotero,c uñas, algunas enfermeras y de vez en cuando un médico...
-Y la comida no era tan mala.
-No, claro, él quería salir de paseo con los suyos, tomar una cerveza de vez en cuando, incluso reirse recordando a su enfermera lavaculos. ¡A ver ese culete...!
Y hablar. Y escuchar. Y oir. Y que lo oyeran... En fin, Comandante, un drama y muchas vergüenzas...
-Tranquilo, sabía que me llamaría porque conozco a este tipo de personas. Ya que estamos actuando siguiendo el consejo del primer ministro japonés Masushima, quien pidió a los ancianos que murieran pronto, le anticipé el problema, que ya no lo es. La Embajada de Japón se hace cargo de todo los gastos y gestiones.
Durante mis viajes profesionales conocí una isla llamada Fukuoka, la más bonita que poseen, y hasta allí, si lo desean serán trasladados nuestros compañeros fallecidos, a un valle lleno de cerezos en flor y primorosamente cuidados, donde solo se oyen los trinos de los pájaros universales y el grito de ¡Banzai! ¡Banzai! muerte y dignidad.
Ya verás, como los que no quisieron pagarles el entierro, harán un viaje turístico a la Isla para honrar al difunto.
El Corte Inglés les permitirá pagar a plazos...
-¡Es que el entierro era un robo!
Les propusimos, dice un familiar, donar sus cuerpos a la Ciencia y nos dijeron que andaban sobrados de casqueria.
-Sin lugar a dudas... pero no de cojones.
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