Es lo que pretenden los
nuevos modelos reformistas en su intento por hacernos creer que todos somos
iguales, pero con corbata solo están los verdaderos malos. La corbata existe
desde hace muchos años, lo que ocurre es que ha evolucionado desde el floripondio
francés a la dura y cruel soga de esparto, que nos llegó desde Estados Unidos.
Así vimos a Gary Cooper en “El Árbol Del Ahorcado” ejerciendo de médico para
una María Schell ciega que vive junto a buscadores de oro, mientras encuentra a
quien la saque de ese martirio. Al final Gary lo arregla todo pero está a punto
de morir ahorcado. Ésta era la película que veíamos en los años 60 y salíamos
más confortados que viendo a Pablo Iglesias en la tribuna de oradores sin
corbata, sin respeto y sin conocimiento.
Hasta hoy teníamos una
excusa: “Se me pusieron los huevos de corbata”. Finalmente ni tenemos huevos,
ni corbatas y ni Gary Cooper nos va a salvar del dominio de esta plaga de
indocumentados que ya han conseguido un asiento en la bancada del Consistorio.
Ahora solo falta que aceptemos a Cataluña independiente sin que los catalanes
sepan exactamente qué significa independencia.
Me queda muy poco para
encontrarme con mi padre, momento que no nos corre prisa a ninguno de los dos,
pero el tiempo pasa y no solamente hace viejo al coñac, sino también a hombres
y mujeres. Mientras tanto aprovecho la amabilidad de mi nieto para escribir
estas letras que me hacen más amable y me unen más a él.
Y si Gary Cooper no
arregla la situación, en el próximo escrito pienso unirlo a Glenn Ford, Paul
Newman y mi compañero Mukoki, que será testigo de mi pelea a muerte con el oso
blanco que me espera en Alaska.