sábado, 13 de octubre de 2012

BIENAVENTURANZAS


Cuando Jesús, en la Montaña, mira con detenimiento a la muchedumbre, que espera ansiosa el comienzo de sus enseñanzas, se da cuenta que este Sermón no debe ser generalista sino personal.
Mirando los ojos que ilusionados se dirigen a El, decide compartimentar las esperanzas de todos en cada uno. El Sermón que sale de su boca pasará a ser la mas bella oración jamás pronunciada por que agrupa a todos en la esperanza, y el amor, pero obliga también a todos a un profundo examen de conciencia.
Personalmente lo he hecho y casi me quedo fuera de todos los grupos: ni soy manso, ni limpio de corazón, ni misericordioso, ni pacífico, ni perseguid… Menos mal que existe el grupo de los que tenemos hambre y sed de justicia a los que Jesús nos ofrece el hartazgo.
Dada mi ancianidad no voy a beber mucho, ni tampoco a comer en su acepción física, pero necesito gran cantidad de justicia y, siendo lógico, me gustaría que mi parte se aprovechara en saciar hambre real en los niños desnutridos. Y que juez y fiscal sienten en el banquillo de los asesinos a los laboratorios, que no quieren facilitarles medicamentos y vacunas por falta de rentabilidad. Y a las Naciones que compran millones de unidades para una gripe inespecífica que luego resulta ser un catarro. Y a los dirigentes que buscan dinero explotando minas a las que, por el pequeño tamaño de sus galerías, solo pueden entrar niños. Y a los mercaderes de niñas. Y a los compradores. Y a los violadores de inocencias. Y a los sordos a los gritos de auxilio. Y a los asesinos de ilusiones. Y a los ladrones de órganos. Y a tantos sepulcros blanqueados convertidos hoy en fosas sépticas. Y a la Iglesia de curas pederastas que intentan ocultar con dinero su pecado. Y a organizaciones estatales encargadas de redistribuir la ayuda que no lo hacen. Y a los Generales. A sus batallas. Y a…Y también a…Y a tanto y tanto. Pero por poco que me corresponda lo dono con generosidad, sin altivez, sin petulancia… ¡Avergonzado!¡Pidiendo perdón!

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