sábado, 3 de noviembre de 2012

DIED WITH THEIR BOOTS ON

…Y así lo quiero, aunque será muy difícil: ¿Qué tipo de botas llevo?¿Y cual será el último camino a recorrer aunque sea conocido el final?
 Pues llevo las botas de la bonhomía, de la lealtad, del amor eterno, de la sinceridad, del bien hacer, de la profesionalidad, de la autoridad sin abuso, del  compañerismo, de la patada en el culo al traidor…
Botas que no han dormido bajo otro lecho que el matrimonial, botas de dignidad, botas de educación, de la equivocación subsanada y no comprendida, botas con rozaduras familiares inmediatamente corregidas con grasa que me suministraba Cherie… Botas de una vida entera que debían haber dado más de una patada a tiempo y que prefieren una arruga más que un dolor ajeno, botas que siempre miraron hacia delante aunque hubiera sido mejor dar la vuelta… Botas valientes pero no heroicas, botas que nunca han  aplastado pero sí sostenido, botas mal habladas pero de pudor impregnadas, botas de un hombre que quiso serlo de forma total sin conseguirlo. Por eso mis botas van conmigo y además… ¿Quién iba a quererlas? 
 En mi oración nocturna pregunto que opinan mis padres de mis acciones recientes porque “el amor y respeto a los padres es el fundamento de todas las virtudes” (Cicerón). Hazlo y comprobarás cuantos errores has cometido, por acción u omisión. Quizás te sientas mejor… o peor… pero diles la verdad aunque vivir en veracidad pueda causarte muchos disgustos.
 Si quieres tener ideales piensa que el hombre los tiene, por eso EXISTE; los animales tienen realidades, por eso VIVEN. Existir o vivir; esa es la diferencia. ¿Y tú? ¿Existes o vives?
 Pregúntaselo a tus padres que sí existieron… o siguen existiendo en la soledad social que habéis impuesto. Cuando pasen los años lo comprenderéis. No os preocupéis. No estoy loco…
Por eso no cambio de botas. Hoy las he mirado y me he  dado cuenta de su vejez. Arrugadas y con los tacones gastados. Hemos recorrido muchas leguas de camino y hemos tirado del carro familiar que poco a poco se fue desmembrando para tomar otros caminos. Paralelos al nuestro durante un tiempo pero, que  poco a poco, se fueron distanciando y tomando direcciones convergentes… o divergentes.
 Y mis botas me ayudaron a reemprender la marcha ¡muévete, muévete!¡Y vaya si nos movimos! Más cansado, eso sí.
 Pero no son mis botas las únicas que tienen  arrugas, mi cara también las acusa. Y las canas que asomaban tímidamente en mis sienes se han hecho dueñas absolutas de mi cabeza.
 Presbicia y artrosis no quisieron perderse la fiesta del principio del fín. Y falló el corazón pero mis botas no se rindieron hasta encontrar en los distintos pasillos del Hospital la puerta de salida, ¡y otra vez al camino! No admitiremos zapatillas de paño, ni batines de felpa, me decían… Y yo pensaba:
“ELLOS, queridas amigas, ganaran… y se vengaran. Al SISTEMA, no le gustan los viejos independientes. Nos pondrán  pijamas del mismo color y batas abiertas por detrás para que sepamos que son dueños de nuestros culos”.
…Pero nosotros volveremos a escaparnos. Nos quedan caminos nuevos, imaginarios y bellos que nos llevaran a nuestra última batalla donde nos espera Caballo Loco. El final ya lo conocéis, pero las puntas de mis botas siempre miraran hacia arriba, siempre hacia el sol.

No hay comentarios:

Publicar un comentario