Majestad soy un hombre crédulo por naturaleza lo cual no es bueno. Cuando en su mensaje navideño afirmó que todos los españoles eramos iguales le creí a pies juntillas. Por eso, al enterarme de su mejoría tras la operación, me presenté en la Clínica para reclamar la habitación que Vos habíais dejado libre y someterme a la misma intervención como única medida para arreglar mi columna. Así pues, confiado en su palabra, me dirigí al médico encargado de este tema al que expuse mi situación de forma correcta y serena.
-Doctor, tengo la columna así. Radiografías, informes, tratamientos, etc... Los miró atentamente y me dijo:
-Claro como el agua, ¿y qué más?
-El Rey ya ha salido y yo pretendo ocupar la habitación libre y el tratamiento adecuado.
-¿Me toma el pelo o es un provocador?
-Soy un ciudadano que cree en su Rey cuando dice que todos somos iguales.
-Pues mire no es exactamente así, S.M. presta un gran servicio a la Nación y necesitamos que se encuentre en plena forma.
-También yo soy Nación y pido un poco de cuidados para poder seguir estando siempre a las órdenes de S.M.. Soy jubilado porque los años han pasado sobre mí pero sigo siendo el rey de mi familia. Necesito esa operación y esos clavos en mi columna.
-Vale, túmbese en la camilla. Cruce los pies, uno sobre otro. Alce los brazos y extiéndalos con las palmas hacia arriba y ahora deduzca donde voy a poner los clavos. Y no le doy la lanzada en el costado porque el centurión está tomándose un bocata. Esa es la operación que le puedo hacer.
-Gracias por su explicación y abusando de su amabilidad le pediría un consejo. Como usted sabe, el Rey ha sufrido varias caídas y yo también. No es fácil andar con dos muletas, dos piernas, un pene y un par de huevos colgando. Total, trastazo y huevos cascados...
-Siga mi consejo, hable con Lucio, él es el mejor especialista en huevos estrellados...
¿Qué opina S.M.?
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