Podía haber seguido los pasos de su antecesor pero los nacidos en 1936 somos reserva especial, ni mejor ni peor pero distintos, siempre dispuestos a innovar, a tender puentes y no a demolerlos.
Quiere el Papa una Iglesia para los pobres que se vuelque hacia fuera, en lugar de hacerlo hacia dentro.
No quiere ostentación ni cumplir a rajatabla lo hasta hoy establecido y ahí lo teneis lavando pies de diez hombres y dos mujeres.
Advierte que las formas tienen que responder al mensaje Bíblico y en este contexto declara su vergüenza, cuando invitado por Cáritas al mejor restaurante de Buenos Aires, conoce que para recaudar fondos para la organización, se subastan joyas.
Quiere mover los cimientos del Vaticano y advierte que los sacerdotes y Obispos seran unos fracasados si a su lado en la calle se cruzan con un pobre.
Hay que trabajar mucho, que hay muchas calles.
Hay que trabajar mucho, que hay muchas calles.
¿Quien estará dispuesto a ayudar comprendiéndolo? ¿Cuántos aceptarán su línea de pensamiento para convertirla en línea de acción? ¿Acabar con el lujo Pontifical?
A lo dicho: lo tiene crudo. Con los de fuera y con los de dentro.
Pero es de 1936 y cuenta con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.
Y conmigo.
Y conmigo.
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