sábado, 22 de diciembre de 2012

LA MARQUESA Y EL CHINO

La marquesa necesitaba fondos así que tuvo que llamar a su chino particular que le ofrecía garantía total en sus operaciones.

En realidad el servicio lo efectuaba uno de sus coolies, disfrazado de repartidor de pizzas. Discreción total. Cantidad a traer desde un paraiso fisca, previa transferencia de su cuenta al paraíso fiscal del chino que, el muy cabrito, se quedaba con el veinte por ciento de comisión. Y ahora a esperar hasta que le avisaran que el coolie estaba en el portal. Y la pasta con él. Se había quejado, en repetidas ocasiones, del costo de la operación pero la contestación era siempre la misma.

-Humilde servidor necesita dinero para comprar animalitos que cocinamos para distinguida clientela de españoles.
La marquesa tragaba y pensaba: Ojalá la distinguida clientela encuentre un rabo de rata en su plato... ¡Te ibas a enterar tú de lo que cuesta que mi marido intervenga en tu favor!

Al mismo tiempo calculó la cantidad a sisar en el envio pues las partidas de bridge eran caras Y aquellos tiempo en que el marqués era Consejero de tantos Bancos se estaban acabando, aunque un Titulo Nobiliario todavía tenía un valor. Reducido, pero valor al fin.

¿Que Estaba pasando en España? Ahora que mandaba la derecha estaban mucho peor que con la izquierda? Y el Rey que no queria Corte, después de tanta espera...

El portero le avisó de que un chino la esperaba en el portal. Todo a las claras, sin subterfugios. Trampa y cartón a la vista.

-Gracias chinito... Ay, si tu supieras cuantas limosnas de Domund he dado para que te salves... La propina que te la de tu jefe. Por cierto, ¿sabes si la condesa de XXX ha pedido que pases por su casa?

-Chinito aprender con limosna Domund  que "en boca cerrada no entran moscas". Con jefe aprendí: si hablo me capa y pellejo al puchero... para rico plato occidental.

Han cambiado los tiempos. Ya no hay marqueses como antes.
Recuerdo la copla:
-Vestío para una fiesta y a punto para marcharme recibí tus cuatro letras y vengo para escucharte.
-No es dinero ni cariño lo que te pido y suplico, es para este hijo nuestro que le falta el "apellío"...
¿Mi "apellío", tu estas loca? Recapacita mujer. Tú eres Vargas la Gitana y yo soy un gran marqués, ¡sangre roja y sangre azul eso nunca puede ser! ¿Un marqués hematólogo? Y Vargas se alejó con paso cansino...

Y digo que los marqueses de ahora no saben lo que va a ocurrir. La  crisis irá a peor y un día la señora marquesa se quedará sin servicio chino y tendrá que vender sus joyas de oro y recurrirá al negocio de Vargas &  Hijo,al que llaman "El Marquesito" por su buena planta, su altanería, su anillo en el meñique y su malisima leche... Y desde la trastienda la gitana escuchará la petición y la oferta. Mirará al cielo y en voz muy baja dirá:
-Tarde llegastes marqués...

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